Audiovisual sobre Inés Valdivia González, la Madre Ines, una anciana de 84 años fundadora de la Casa de la Divina Providencia para niños abandonados en la Ciudad de México. Inés abrió esta casa en 1965 mientras cuidaba a tres niños con parálisis cerebral. Desde entonces ha cuidado a más de 2800 niños. Algunos murieron por enfermedades graves y sufren incapacidad, los que crecieron sanos ahora ayudan a la madre a cuidar de sus hermanos y hermanas incapacitados. Hoy hay 236 personas entre niños y adultos.
Para ver el audiovisual mira aquí: www.chicosanchez.com/lamadreines
(Foto ©Chico Sánchez-Derechos Reservados) |
Antes de abrir este lugar, Sor Inés se vió obligada a tomar una decisión, elegir entre la comodidad de su convento o luchar sóla para socorrer a tres niños enfermos. Así tras 19 años como monja doña abandonó sus hábitos para poder cuidar a los niños.
Pasó momentos muy duros. Tuvo que mendigar y vivir en la calle para poder comer ya que no tenía el dinero. Logró sobrevivir gracias a un cuarto que le ofreció un vecino y gracias a unas mujeres que trabajaban como prostitutas que nunca le negaron una limosna. Ella cuenta que la ayuda de Dios le llegó donde menos lo hubiera esperado y fue gracias a aquellas mujeres. "Y ahí con esas mujeres...estaba Dios", me comentó durante la entrevista.
Luis Eng Fui, ya fallecido, de origen chino, fundador del Café el Popular, un café restaurante muy conocido del centro histórico de la capital mexicana, fue una de las personas a la que más recuerda la madre Ines. Fue gracias a él que pudo sobrevivir a sus momentos más críticos y lograr su sueño de construir una casa para sus niños.
Pasó momentos muy duros. Tuvo que mendigar y vivir en la calle para poder comer ya que no tenía el dinero. Logró sobrevivir gracias a un cuarto que le ofreció un vecino y gracias a unas mujeres que trabajaban como prostitutas que nunca le negaron una limosna. Ella cuenta que la ayuda de Dios le llegó donde menos lo hubiera esperado y fue gracias a aquellas mujeres. "Y ahí con esas mujeres...estaba Dios", me comentó durante la entrevista.
Luis Eng Fui, ya fallecido, de origen chino, fundador del Café el Popular, un café restaurante muy conocido del centro histórico de la capital mexicana, fue una de las personas a la que más recuerda la madre Ines. Fue gracias a él que pudo sobrevivir a sus momentos más críticos y lograr su sueño de construir una casa para sus niños.
José Luis, el hijo de "El Chino", como lo nombra la madre Inés, es quién me invitó a conocer la Casa de la Divina Providencia. Ambos recordaron los tiempos cuando ella apenas tenía para comer y pasaba por el Café el Popular. Llegaba tan cansada que muchas veces se quedaba dormida de pie. Ahí la alimentaban y le daban cama para que descansara.
Su primer hogar lo construyó ella misma con ladrillos tirados que recogía en una fábrica cercana. Esta casa se la llevó la primera tormenta que vino. Pasó días sin comer y durmiendo con los niños a la intemperie.
He hecho muchos reportajes y ninguno ha sido tan impresionante como este. Algunas de las enfermedades que los niños sufren son muy dolorosas, sufren un dolor inmenso, otros tienen deformidades; muchos tienen paralisis o lesiones cerebrales. Muchas de estas enfermedades fueron causadas cuando los niños fueron tirados a la basura, puentes o cunetas. La parte hermosa de esta historia es que estos niños no están sólos en su enfermedad y reciben muchos cuidados. La casa está muy limpia, muy organizada, iluminada con una luz natural preciosa, llena de plantas y animales y se respira mucha paz en el lugar. Los que pueden y no se lo impide la enfermedad estudian en el colegio o la universidad. Los otros ayudan en la casa a cuidar a sus hermanos.
Mientras tomaba las imágenes, un hombre que estaba de visita en la casa me dijo: "Con estas fotos te ganas un premio fotográfico seguro". Pensé que esa la imagen que las personas tienen de los concursos de fotografía, incluso gente que no trabaja en esta profesión sabe que las fotos tétricas o sangrientas son las que ganan los concursos. Un grupo de fotos que no muestre dolor o sufrimiento y se centre en lo positivo o cotidiano no interesa mucho al periodismo actual.
Su primer hogar lo construyó ella misma con ladrillos tirados que recogía en una fábrica cercana. Esta casa se la llevó la primera tormenta que vino. Pasó días sin comer y durmiendo con los niños a la intemperie.
He hecho muchos reportajes y ninguno ha sido tan impresionante como este. Algunas de las enfermedades que los niños sufren son muy dolorosas, sufren un dolor inmenso, otros tienen deformidades; muchos tienen paralisis o lesiones cerebrales. Muchas de estas enfermedades fueron causadas cuando los niños fueron tirados a la basura, puentes o cunetas. La parte hermosa de esta historia es que estos niños no están sólos en su enfermedad y reciben muchos cuidados. La casa está muy limpia, muy organizada, iluminada con una luz natural preciosa, llena de plantas y animales y se respira mucha paz en el lugar. Los que pueden y no se lo impide la enfermedad estudian en el colegio o la universidad. Los otros ayudan en la casa a cuidar a sus hermanos.
Mientras tomaba las imágenes, un hombre que estaba de visita en la casa me dijo: "Con estas fotos te ganas un premio fotográfico seguro". Pensé que esa la imagen que las personas tienen de los concursos de fotografía, incluso gente que no trabaja en esta profesión sabe que las fotos tétricas o sangrientas son las que ganan los concursos. Un grupo de fotos que no muestre dolor o sufrimiento y se centre en lo positivo o cotidiano no interesa mucho al periodismo actual.
Cuando me dio permiso para fotografiar me pidió no hacer como otros periodistas que en varias ocasiones fueron muy deshonestos y sensacionalistas con su información. Me pidió que enseñara el lado bueno de sus niños, seres humanos que merecen respeto. En el caso de este trabajo mi premio será mantener mi promesa con ella y respetar a sus niños.
La Madre Inés siempre está necesitada de donaciones sobre todo para pagar las medicinas que necesitan los pequeños que sufren de convulsiones. También le vienen muy bien comida o ropa. Le alegra mucho que las personas visiten a sus niños ya que ellos se divierten mucho cuando personas van a verlos y les llevan regalos.